Ansiedad

Las matemáticas son un lenguaje que bien utilizado nos ayuda a describir las realidades concretas y abstractas. Son universales, porque los resultados que se obtienen son aceptados internacionalmente. Son ciencia viva, porque arqueológicamente hablando no son un fósil, hay que construirla y son un reto en cada problema. Son útiles en los salones de clases, comprenden la habilidad y la competencia como sus herramientas fundamentales.
La matemática de manera general se puede definir como la ciencia que se ocupa de describir y analizar cantidades, el espacio, la forma, los cambios, la incertidumbre y las relaciones. Sencillamente, si observamos el mundo que nos rodea, podemos encontrarla en todos sus componentes porque está presente en los aspectos de la vida de las personas y en el quehacer diario.
Parte importante en el proceso de enseñanza y aprendizaje de las matemáticas es el aspecto de cómo los estudiantes aprenden. Donavon y Bransford en sus libros, How student learn: Mathematics in the Classroom (2005) y How people learn: Brain, Mind, Experience, and School (2005), señalan que los estudiantes llegan a los salones de clases con concepciones previas o conocimiento preexistente acerca de cómo funciona el mundo que los rodea. Si los estudiantes no incorporan al estudio, esta comprensión inicial, es posible que no asimilen o ni entiendan los nuevos conceptos e información que se les está enseñando. Suele suceder que los aprendan para responder un examen, pero fuera del salón regresen a sus concepciones previas. Estas concepciones previas son bastantes poderosas en el crecimiento de los niños como individuos. Ellos desarrollan la competencia utilizando su conocimiento preexistente como base profunda de saberes factuales (realidad del mundo cotidiano), para comprender hechos e ideas de un marco conceptual y organizar esos saberes con datos y procedimientos de manera que faciliten el acceso y la aplicación de los mismos. Además,  Donavon y Bransford comentan de la instrucción dentro de un enfoque metacognitivo, donde los estudiantes en el proceso de enseñanza-aprendizaje puedan asumir el control del mismo. Dicho enfoque metacognitivo enfatiza un aprendizaje dentro de una comunidad donde la enseñanza esta centrada en el estudiante atendiendo su conocimiento previo y centrado en el conocimiento nuevo enfocando la enseñanza y enfatizando en el avalúo aunque no centrándose en él. La comunidad es aquel ambiente donde se vigila el proceso de logros y metas en la enseñanza-aprendizaje.
Sin embargo, existen factores que impiden que los estudiantes puedan conectar y relacionar las matemáticas con problemas de la vida diaria. Por lo tanto, muchos logros y metas de los maestros y estudiantes dentro de la comunidad, se ven afectados por estos factores. La ansiedad es considerada como uno de estos factores. Este factor ha cobrado interés y preocupación desde finales del siglo 20 hasta el presente. Reyes Tejada (2003) define ansiedad como, “una reacción de tipo emocional que se genera ante la expectativa creada por la inminencia o presencia de un objeto o una determinada situación, y tal ansiedad llega a su culminación cuando el objeto o la situación ansiógena se dan, se concretizan y, por lo tanto, ya no representan un elemento de amenaza para la persona” (Ídem, pág. 27).
Existen varias investigaciones acerca de la ansiedad hacia las matemáticas. Por ejemplo, Gil, Blanco y Guerrero (2006) nos adentran a una realidad donde gran parte de los estudiantes, conciben la matemática como un conocimiento complejo que genera sentimientos de intranquilidad, miedo, ansiedad, inseguridad y desconcierto, manifestándolo con frecuencia con expresiones y connotaciones negativas a cerca de ésta. Además, sostienen que el rechazo hacia esta materia influye en la propia naturaleza precisa, exacta y sin ambigüedades de las matemáticas; su carácter abstracto e impersonal; la actitud de los profesores hacia los alumnos y hacia la disciplina en cuestión; y la metodología de enseñanza-aprendizaje. Estos sentimientos, ideas, expresiones y actitudes han sido y son tema de múltiples escritos e investigaciones.
Sobre actitud nos habla, la profesora de psicología, Carol Dweck de la Universidad de Stanford en Estados Unidos, en una entrevista a la Revista Noticias Año XXIII Nª 1572 de Argentina, el 9 de febrero de 2007. En la misma, la autora del libro Mindset propone estrategias efectivas para transformar una actitud mental. Ella nos dice que existen dos tipos de mentalidad: “fija” y “de crecimiento”, donde aquellos que se dirigen al crecimiento suelen ser más exitosos. Abunda diciendo que aquellas personas con mentalidad fija creen que sus cualidades básicas como la inteligencia o talento son rasgos fijos, y siempre tratan de demostrar que son ganadores y no perdedores. Ocultan sus deficiencias y se amargan si los demás no les reconocen; mientras que los de mentalidad de crecimiento creen que sus cualidades básicas pueden ser cultivadas mediante el esfuerzo y el aprendizaje. Buscan desafíos con el propósito de que sus aptitudes evolucionen a un nivel superior. Ella asevera  y cito: Uno no llega a la cima sin el deseo de crecer y la habilidad de aprender de sus propios errores” (Revista Noticia, Argentina, pág. 32). La autora afirma además, que ambas mentalidades tienen fuertes repercusiones en la persona que posee una mentalidad u otra, y en su percepción de éxito o fracaso.
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